Blogmayor

miércoles, 26 de febrero de 2014

Una experiencia personal de superación

24 de agosto de 1961. Ocho meses de edad. Mis padres descubren que "algo malo" me ha ocurrido y llaman al médico del pueblo quien se ve impotente y los remite a la sanidad de Talavera, luego a Madrid.

Hospital del Niño Jesús de Madrid. Poliomielitis. Dos ataques. Secuelas impredecibles pues se ve afectado todo el cuerpo desde el cuello. A otros niños y a mí nos atan a una especie de saco de arena con los brazos en cruz y las piernas extendidas para que no se deformen. Mi padre no soporta verme así y me saca del hospital con el ánimo irritado.

Después del Vía Crucis del recorrido por hospitales y consultas médicas, ven una luz en la oscuridad: se habla de un doctor que viene de Mallorca a quienes las gentes han bautizado como "La Virgen de Fátima" por los casos de curaciones que va consiguiendo.

La esperanza:
- Doctor: ¿mi hija va a poder caminar?
- Mejor que usted, pero hay que operar todas las veces que sean necesarias y el camino va a ser difícil y penoso.

De pequeña me desplazo por el suelo "a gatas". A los cinco años comienzo a caminar con ayuda de dos aparatos ortopédicos parecidos a los de la imagen (que, no hace mucho, publicó el asesor de accesibilidad Xavier Mesalles en Facebook: https://www.facebook.com/asesorenaccesibilidad). Otros dos, para dormir, y un arco de madera con una bombilla en el centro, fabricado por mi padre, me proporcionaba calor y facilitaba la circulación sanguínea a mis piernas.

(Imagen cortesía de XAVIER MESALLES, asesor de accesibilidad: https://www.facebook.com/asesorenaccesibilidad)

Los hombros de mi padre y un borriquillo fueron los desplazamientos felices de mi vida.

Nueve años: comienzan las intervenciones quirúrgicas, bastante dolorosas y cuyos post-operatorios duraban al menos tres meses, tras los cuales tengo que comenzar a caminar de nuevo como si fuese el primer día. Ausencias en el colegio y madrugones para estudiar cuando me incorporaba.

Las estancias en la clínica no son inferiores a siente días: noches sin dormir porque en aquella época se evitaban los calmantes fuertes.

Puedo contar las cicatrices -costurones largos y extensos en ambas piernas y caderas-: unas dieciocho o diecinueve.

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Sin embargo, en el colegio las profesoras me llamaban "LA NIÑA DE LA SONRISA" ¿Cómo puede ser esto?

Muy sencillo: por los hombros de mi padre, por los lomos del borrico Pimiento, por las noches sin dormir de mi madre, por la colonia a granel que extendía en mis brazos cuando los dolores no eran atenuados por los calmantes y le pedía el estímulo de la fragancia fresca a cada momento, por las canciones que con su voz llenaban las dolorosas noches actuando como un bálsamo de caricias... POR EL AMOR, amigo y amigas que estáis leyendo estos párrafos, por el amor que recibía de mi familia, por el sacrificio que hacía mi hermana cuando tenía que separarse de mis padres por culpa de las operaciones o por otra causa relacionada con mis secuelas, por los ánimos de mi padre cuando me repetía una y otra vez "más vale maña que fuerza", "hace más el que quiere que el que puede"... y cuando me proporcionaba estudios, formación y un medio de vida.

¿Qué más puedo pedir, amigos? Lo he tenido todo porque he tenido y tengo amor. Y no son palabras bonitas para consolar o consolarme. Es la experiencia real de mi vida y por la que me siento afortunada. Gracias, amigo Isidoro, por haberme hecho recordar todo esto al plantearme este tema en el grupo "Pensaments".

Por favor: no os olvidéis pinchar el siguiente enlace:

http://lsvinader3.blogspot.com.es/2014/02/la-historia-de-cody.html

domingo, 23 de febrero de 2014

Gasolineras y autoservicio

En España se ha extendido en su totalidad el auto-abastecimiento en las gasolineras. Me gustaría hacer algunas reflexiones al respecto:


  • Cierto es que se ahorran puestos de trabajo, punto totalmente negativo en los tiempos que corren.
  • Para colmo, el producto sigue al mismo precio cuando, en realidad, ha bajado la calidad del servicio. Otro punto negativo.
  • Lo peor es que se dificulta el derecho legítimo de movilidad a un colectivo cuya única alternativa para desplazarse resulta ser el vehículo adaptado. Para vergüenza de la sociedad, las barreras arquitectónicas siguen vigentes. Ya en 1983 se hablaba de un plazo máximo de cinco años para la desaparición de las mismas y todavía seguimos en mantillas. Los autobuses, lamentablemente tampoco son la solución para las personas con discapacidad física. ¿Por qué entonces, poner más trabas a un, ya de por sí, dificultoso desplazamiento?

sábado, 22 de febrero de 2014

Un gel con escritura en Braille

No es mi intención hacer propaganda pero sí justicia, y de justicia es reconocer que pocas empresas utilizan el sistema Braille en productos no farmacéuticos para dar información a las personas con déficit visual.

El gel Sanex, por ejemplo, sí lo utiliza. Hay que alabar, por tanto, a la empresa que lo produce y animar a todas las que abastecen a droguerías y tiendas para que sigan su ejemplo. ¿Ayudaría una ley? Al fin y al cabo, según la Constitución todos tenemos los mismos derechos y no ha de haber discriminación alguna. Por otro lado, los costes por añadir unos puntitos no creo que sean tan grandes.

viernes, 21 de febrero de 2014

Sin palabras




No tendrá brazos ni piernas, pero al resto nos ha dejado sin palabras. Ejemplo de coraje, alegría y ganas de vivir, como el de todas y cada una de las personas con discapacidad que conozco (incluyéndome, claro, ja, ja, ja).

jueves, 20 de febrero de 2014

Pasos de cebra

Los pasos de cebra constituyen un peligro para las personas que tienen dificultades en la movilidad, especialmente cuando está lloviendo. Las resbaladizas bandas blancas causan frecuentes caídas. A su paso, el transeúnte ha de estar pendiente de ellas y del tráfico, y a la vez sujetar el paraguas. ¡Ha de ser un verdadero equilibrista! Si es posible, es la hora de cambiar el tipo de pintura en nuestras calles.

sábado, 15 de febrero de 2014

La historia de Cody


          Sin comparación alguna, la historia de Cody me recuerda mi niñez. Yo comencé a caminar a los cinco años con dos aparatos ortopédicos que fabricaba mi padre en compañía del herrero. Por la noche utilizaba otros dos, y un arco de madera con una bombilla proporcionaba calor a mis piernas para facilitar la circulación sanguínea.

          Aprendí a flotar en una especie de alberca pequeña de cemento que construyó mi padre en el patio (cada vez que entraba, subía el nivel de agua unos centímetros), y a nadar en un río de aguas cristalinas en el que había ranas, libélulas y cangrejos. Luego, perfeccioné mi estilo en las piscinas y, si hubiera tenido oportunidad, podría haber competido con otros discapacitados. Incluso lo hago mejor que muchas amigas sin discapacidad, jajaja.

          Ahora, después de más de quince intervenciones quirúrgicas, no utilizo aparatos ortopédicos; solo dos bastones de codo.

          Por favor: no se pierdan este vídeo. Cuando lo muestro a desconocidos, me dicen: "¡pobrecito!". A lo que contesto: "pobrecitos los niños que no pueden gozar de una infancia como la de Cody". Cody tiene una infancia feliz, pero hay muchos niños sin discapacidad que no la tienen. La diferencia estriba en que Cody se siente amado por sus padres. LA FAMILIA juega un papel muy importante en el desarrollo y madurez de los niños, tengan o no discapacidad. Yo no diría de Cody: "¡Pobrecillo!". Es un ejemplo de SUPERACIÓN y se le ve contento.

          Gracias por seguir este blog. Es un trocito de mi persona que disfruto compartiendo con ustedes.

viernes, 14 de febrero de 2014

Supermercados

     Con frecuencia las personas con discapacidad física hemos de hacer uso del servicio a domicilio que ofrecen los supermercados. Corremos, por tanto, con los gastos correspondientes. Teniendo en cuenta que resulta una necesidad, tal vez debería haber una normativa que obligara a estas grandes superficies a ofrecernos el servicio de forma gratuita. Pero no podemos olvidar el caso de unidades familiares compuestas en su totalidad por personas con problemas de desplazamiento. Esto agrava una situación no contemplada en la legislación vigente.